lunes, 3 de octubre de 2011

Que el frío intenso de la noche penetre dentro de mi...



Que el frío intenso de la noche penetre dentro de mi, 
me cale hasta el infinito con la cuchilla aguada de una sensación astral,
me inunde desde el fondo hasta la superficie más desnuda y sincera 
de la que sin saber soy parte,
que me atraviese su inmensidad y me deje recuerdos, 
que me deje olvidos y memorias perdidas, 
refundidas dentro de mis más claros aforismos.


Que sigan de a pares, de a impares, celebrando las armonías 
virtuosas de algún cataclismo perfecto, 
de esos que determina la contingencia con futuras visiones,
como con aromas a todo, con exoticistmos y extravagancias 
que le provoca el destino. 


Y que me aullente la aurora hacia al lado oscuro del sol,
hacia las risas que lo encienden, hacia lo que lo hace ardiente,
que me procuren la vida los besos eternos derretidos con el frio
contradictorio que nos ha provisto el camino de la locura, del
camuflaje veraz y el abierto mentir. 


Que el interior del que ya conoce los detalles, en el que ya mora su 
amable complejidad, sobre el que ya está escrito su nombre,
contenga un sinapismo de victorias herrantes sobre el suyo, 
sobre todo lo que me queda por descubrir, por conquistar, 
sobre todo lo que quiero colonizar.

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