lunes, 3 de octubre de 2011

Que el frío intenso de la noche penetre dentro de mi...



Que el frío intenso de la noche penetre dentro de mi, 
me cale hasta el infinito con la cuchilla aguada de una sensación astral,
me inunde desde el fondo hasta la superficie más desnuda y sincera 
de la que sin saber soy parte,
que me atraviese su inmensidad y me deje recuerdos, 
que me deje olvidos y memorias perdidas, 
refundidas dentro de mis más claros aforismos.


Que sigan de a pares, de a impares, celebrando las armonías 
virtuosas de algún cataclismo perfecto, 
de esos que determina la contingencia con futuras visiones,
como con aromas a todo, con exoticistmos y extravagancias 
que le provoca el destino. 


Y que me aullente la aurora hacia al lado oscuro del sol,
hacia las risas que lo encienden, hacia lo que lo hace ardiente,
que me procuren la vida los besos eternos derretidos con el frio
contradictorio que nos ha provisto el camino de la locura, del
camuflaje veraz y el abierto mentir. 


Que el interior del que ya conoce los detalles, en el que ya mora su 
amable complejidad, sobre el que ya está escrito su nombre,
contenga un sinapismo de victorias herrantes sobre el suyo, 
sobre todo lo que me queda por descubrir, por conquistar, 
sobre todo lo que quiero colonizar.

martes, 20 de septiembre de 2011

Inició como cada una de sus mañanas, con un goce peculiar, siempre distinto pero ya conocido; pensaba, como, siempre, dónde era que sentía, porque tanta euforia no le cabía en un solo corazón.
Se puso de pie y saludó al sol y al viento, le dio buen día a su vida y no pudo evitar maldecir el tiempo, odiaba que el tiempo corriera aun que deseara tanto llegar a viejo, pensaba en la vejez como algo que iba a librarlo de todo el conocimiento que no se podía evadir, que la vejez lo iba a alejar del sentimiento culpable y la idea maligna de una soledad nostálgica y que esta iba a ser otra, una soledad encantadora, le fascinaba esa idea de sentarse en una mecedora, fumar de su pipa y poder imaginar burbujas saliendo de sus ojos y, por supuesto, sonreía constantemente cuando esta imagen estaba junto a él, más cerca que todo el resto del mundo.
Lo persiguió la rutina insistente y él dejó que lo alcanzara, lo habitaba el amor a lo que hacía, a lo que tenía, así que jugaba libremente con la rutina como un pájaro sobre el viendo colorido, y le acomodaba todo perfecto, siempre, estaba feliz, era feliz.
Bajó las escaleras después de estar listo para partir a su destino, las bajó dos o tres veces, siempre olvidaba algo junto a la taza de chocolate del desayuno, buscó las llaves y abrió la puerta sin preámbulos o preparaciones para algo extraordinario, no estaba muy acostumbrado a lo extraordinario, por eso imaginaba tanto.
Luego de dos segundos eternos se vio cayendo, estaba sumido en un abismo infinito rodeado por el interior de la tierra, todo lo escondido, al caer rió, fuer una risa perdurable, tal vez la más larga de toda su vida, fue como reírse bajo el agua.
Caía inminente como una gota de agua desde un universo infinitamente paralelo, con más velocidad que la de la gravedad y caía y caía,  nunca abrió los ojos, si iba a sentir impacto preferiría una sorpresa, le encantaba esa expresión de asombro en los rostros, y le encantaba sentirlo, procuraba que fuese diario y lo convertía cada vez más en una manía, en un hábito, en una maña de esas que hacen de alguien algo perfecto. Eso le revivía a diario todo por dentro, le lustraba el espíritu.
Pero la sorpresa no lo detendría, seguro, no lo detuvo, él siguió cayendo velozmente como un águila voraz hacia su presa inocente, esa idea lo espantaba, prefería pensar que caía como una pluma de colores violetas, ligeramente pesada sobre las olas que subían a la luna, era algo más lírico, procuraba calmar la angustia que le causaba el no llegar, el no impactar, todos queremos llegar alguna vez así sepamos que será doloroso o incluso que procure la muerte, sin embargo el vértigo que sentía era algo asombroso, le afanaba caer por el miedo a la costumbre, se acostumbraría a todo, aun que fuera con un pesar vasto, pero nunca al vértigo, este resumía la vida entera, toda su esencia, y no imaginaba cómo sería la costumbre a la vida -¡Que lamentable!- le daba pavor este hecho, solo pensarlo lo espantaba.

Empezó a ver dentro de sus ojos lo que afuera iba ocurriendo, desesperadamente los abrió y se vio sumergido en la luz profunda de la mañana que había llegado  de entre la oscuridad de la noche, como infiltrada, el despertador seguía sonando.


Inició aquella mañana como ninguna otra, con un gozo peculiar que no había sentido jamás.

martes, 23 de agosto de 2011

Síntesis contradictoria del paradigma sentimental de Juan Antonio.

"Vive corto pero vívelo feliz" repetía Juan Antonio a cada mujer en la que hurgaba hasta encontrar atractivo, con esa mirada de él, picaresca, que su ex-esposa y eterno amor, Maria Helena, le prometió que guardaría por siempre dentro de sus manos.


-----¿Quién imaginaría que junto a su, aparentemente, descomplicado y alegre corazón se encontrara un tumor de miedo profundo a la vida real (o a lo que se dice de ella)?------


-Cristina se mudó con él y atrapó parte de su pasión desbordada por el arte. "Creo que no comí del pastel del talento, por eso hago fotografía", decía ella en cada reunión social en la que se hablaba de trabajo con botellas de cerveza en la mano, con un extraño tono jocoso, nadie reía, nadie si quiera la veía con gracia, no, esto le molestaba a Juan Antonio y no podía evitar tocarse la nariz cuando se enojaba, todo el mundo lo sabía, esto, inevitablemente, los conducía a una hipocresía abismal. 


--Él, Juan Antonio, se sumergía en sus obras a llorar y celebrar las amada ausencia de su mal amada Maria Helena, mientras Cristina lo veía desde arriba y desde abajo con desdén y un incontrolable sentimiento apasionado, se veía obligada a dejar de verlo o, por lo menos, a disminuir los pensamientos íntimos que le procuraban sus ojos con color de agua de cilantro que pretendían ser tanto las ventanas del alma que se convertían en la puerta del corazón, la puerta al mismísimo espíritu, como si al cerrarlos forzosamente se aprisionara su libertad gozosa, su tan armoniosa calidez y, sobre todo, el amor a todo y a nada que lo hacía tan imperfecto, tan amable, tan apasionado ser.


Se dormía sobre su vientre mientras él pensaba en que ella, Cristina, era la cura para su relación enfermiza con Maria Helena, esa fue la noche en que ella regresó, nunca estuvo ahí presente, nunca nadie la vió, pero después de esa noche siempre estuvo en Juan Antonio y aún en Cristina, cuando él la retrataba morena, color canela, con el cabello corto, negro y rizado, siendo ella rubia con el cabello lacio, alta, no tenía nada de color canela, solo los ojos cuando miraba el sol; "es abstracción amor, eso más que otra cosa" le decía Juan Antonio con nerviosismo al ver los gestos confundidos en su rostro frente a su retrato. 


Maria Helena nunca se fue, Cristina se convirtió en la cura para el alma de ese amor, pobre, sin si quiera pertenecer a él...



Woody Allen, "Vicky, Cristina, Barcelona"

miércoles, 17 de agosto de 2011

No es más que miedo vestido de amor...

No es más que miedo vestido de amor,
de piracarezcos gestos ensimismados,
atrapados, al descubierto, con una capa
de melancolía y sensatez que solo el
deseo tendría el valor de provocar.

Es todo menos rabia contraria
de efectos monumentales,
es todo eso que dicen bonito.

Las mariposas amarillas en el estomago
fructifero al parecer
y llamativo al ver,
rebotadas entre sí, vistiendo la calma
y convirtiendose en canción,
volviendose convicción.

Contrariamente sinfonías parpadeantes
de tragos amargos de felicidad pura
se pegan de las alas de la ansiedad inocente
y se camufla el sentimiento entre caricias
vanamente ruidosas con afilada sinceridad.

Sinceridad con la que escriben
las manos de este cuerpo que no ve,
sinceridad con la que habla
la boca tímida del tiempo subterraneo.

martes, 16 de agosto de 2011

Junto al jardín de la noche me compuse...

Junto al jardín de la noche me compuse un silencio derramado
Un silencio tardío y siniestro
que seguía las sombras nauseabundas
del amor que me rodeaba sin tocarme.

A tientas buscaba las colillas enteras de un cigarrillo sin fumar
las buscaba para asquearme, para hacerme daño,
lamentando la partida de un reconocible brillo nocturno
de la luna bella rozando mi alma soñadora.

Sincronizadas elegías que me obligaban a estar quieta,
estática en un punto sin punto, suspendida en el infinito de nada
haciendo conjuntos de cosas discriminadas que no tenían nombre.

Que noches más temibles en las que miento sin sentir,
cuando no sé que la culpa pictorica de mi optimista miedo
me aturde mientras lo hace.

"Miedo al miedo, usted tiene que ser un kamikase" repetía en vano
compartiendome su valentía mientras yo pensaba que la felicidad
lo sería -es- todo.

Por eso esta elegía es una mentira, y esta pintura una ilusión,
una ilusión con el color del humo purpura.

lunes, 8 de agosto de 2011

Picaresco sonido del amanecer callado.

Permanezco suspendida viendo
la calurosa sombra del lápiz
rozando el ruido citadino,
tocando los muros violentos.

Un par de manotadas que me aturden
y mil ruegos que me juran
estar celebrándome.

El calmado viento urbano
y la lluviosa aurora de las que
finalmente puedo hablar,
que por fin puedo ver
sin torcer la mirada
o callar la vista

Que bueno, que frío más cálido,
que lejanía tan placentera que más me acerca,
por un regreso doloroso, humillante.

Que amor, que amor.

Por un minuto de su amor.

lunes, 1 de agosto de 2011

Me gustan los girasoles cuando son amarillos...

Me gustan los girasoles cuando son amarillos,
y las nubes, las nubes cuando estan blancas o grises.
me gusta el cielo cuando es azul y violeta,
y los cantos cuando tson de voz de mil color.

Me gusta la armonía cuando es armoniosa
y me gusta el odio cuando es por amor.
Me gusta el dinero cuando no lo quiero
y me gusta que me gusta lo que me gusta al gustarme.

¿Por qué?
Los girasoles los he visto azules,
y las nubes invisibles.
He hablado con sirenas del espacio
que aseguran saber como volver a nacer.

He visto todo y no sé nada.
He tocado las nubes tras las olas
y he vivido uno que otro canto sobre el cristal de una divina comedia.

He hecho el amor con armonías dementes
y he cabalgado junto a la esquizofrenia.
He hecho todo sin hacer nada.

He visto cometas amarillas que son moradas,
las he visto volar bajo tierra y gritar algo que no existe.
He consumido del obsesivo nectar del mundo encandelado.
He probado el fuego y no se que es el calor.

Me gusta la vida, esta y la otra.
La gente pulcra con mugre en las uñas.
Las muertes varias con la vida previa.
Me gustan los girasoles cuando estan girasoles,
y me gustan los punteos de guitarras sin cuerdas, sin dedos.

Me gusta cuando se preguntan quién soy
Y les digo que no me conozco.

Me gusta lo que soy sintiendome cansada de ello.
Me gusta sacar la lengua y mojarla con el aire seco.
Me gusta la extensión sin medida.

sábado, 23 de julio de 2011

Calidez, frialdad, pensamiento.

¿Cómo es que tras la conciencia viene el pensamiento?

¿O tras el pensamiento la conciencia? ¿Dónde está esa vil razón?

Y ¿Qué se ha hecho el apasionado sentimiento?

Nada, es que solo me riega y me re-niega,

me nubla la mente, me llueve la paz..

¿Pensamiento? ¡No!

No es más que una contraria caída,

de esas hacia arriba,

de esas hechas de

la helada calidez de los labios del amor,

de la fortuna que la pobreza es,

del frío que tiene la nieve ardiente

cuando cae bajo el sol a tientas,

sin ojos pero con garras,

sin sueños pero con

devastadas esperanzas,

violetas y amarillas,

sin amor pero con pasión,

con todo pero sin nada,

conmigo

pero

sin

mí.

viernes, 8 de julio de 2011

SUBLIMINALIDAD.

viernes, 27 de mayo de 2011

Carnívoro Céntrico.

Lo que es el canibalismo del pecado

Como se extravía entre los resagos de placer

Y carcome y come y destruye.

Y negrea y no es soportable.

Lo que es la violencia del pecado

Como se adentra navegando en las entrañas

Y carcome y come y destruye.

Y mata y aniquíla.

Lo que es la crudeza del pecado

Como se clava en el interior y mata por dentro

Y carcome y come y destruye.

Y arrasa y quita la paz.

Y tal es el placer del pecado.

Y tal es la estupidez del pecador.

Parte uno de "El Nóséqué"

Viajé junto a la tierra del mar azul, vi un par de criaturas algo maravilladas por mí y no las entendí, de eso se trataba: de no entender, dentro de la colina estaba esta fantasía arquitectónica -¿Qué era?- “No importa”, pero tenía las escaleras de Herrán*, las que suben hacia abajo y que bajan a ningún lugar; sobre el garaje que era del tamaño de mis dos manos juntas un río se bañaba entre sus propias aguas, no tenía color pero no era negro, más bien había en él mucha luz , como si Mambrú hubiese deseado convertirse en río en vez de ir a la guerra, yo no estaba en ningún lugar, pero la colina me levantaba desde la puerta de entrada de tan sinceramente confusa casa de madera con remaches de.. –¿Qué era?- parecía chocolate pero olía mal… Aunque sabía bien…

En fin, la colima me alzaba hasta que me puso junto a un árbol de luz verde que tenía cerezas y naranjas en la misma rama, y justo a su sombra me vi por fin, yacía él desde la orilla del rio que estaba como a cinco metros hacia abajo, desde ahí el río ya no era como mambrú sino que parecía la reencarnación de Gandhi, ahí encontré a un par de conocidos, pero no eran ellos –Pero si-, eran más bien como los niños perdidos en la tierra del nunca jamás, pero también me conocieron a mí y desde ahí veía cómo más niños y mi papá resbalaban por un camino de greda mojada del otro lado del rio, cómo se les veían por lo menos catorce de sus dientes. Entonces me aventaron -¿O me aventé?- al río blanco y sus entraña, y créanme, cuando entré ya no era ni Mambrú ni Gandhi, era la mismísima alma de Dalí dentro de su propia mente; y me suspendí ahí como por cuatro horas, no sé que tanto me movía pero tenía ojos como de pez, con trescientos sesenta grados de pura nitidez, aunque ya como pasada una hora extrañaba los dos graditos de nitidez del ojo humano, deberían ustedes imaginar cómo resultaría el alma de Dalí dentro de un río, porque a mí me es imposible contarlo con palabras, tendrían que ver mi cara y oler mi voz..

Les confieso, y eso, con total sinceridad, que de eso mismo se trató, que lo que aquí leen –¿o leyeron?- carece de metáforas o parábolas subliminales, es la purita realidad -¿Pero no era un sueño?- y si, lo fue, pero ¿Qué más real que lo que no se ve?..