martes, 23 de agosto de 2011

Síntesis contradictoria del paradigma sentimental de Juan Antonio.

"Vive corto pero vívelo feliz" repetía Juan Antonio a cada mujer en la que hurgaba hasta encontrar atractivo, con esa mirada de él, picaresca, que su ex-esposa y eterno amor, Maria Helena, le prometió que guardaría por siempre dentro de sus manos.


-----¿Quién imaginaría que junto a su, aparentemente, descomplicado y alegre corazón se encontrara un tumor de miedo profundo a la vida real (o a lo que se dice de ella)?------


-Cristina se mudó con él y atrapó parte de su pasión desbordada por el arte. "Creo que no comí del pastel del talento, por eso hago fotografía", decía ella en cada reunión social en la que se hablaba de trabajo con botellas de cerveza en la mano, con un extraño tono jocoso, nadie reía, nadie si quiera la veía con gracia, no, esto le molestaba a Juan Antonio y no podía evitar tocarse la nariz cuando se enojaba, todo el mundo lo sabía, esto, inevitablemente, los conducía a una hipocresía abismal. 


--Él, Juan Antonio, se sumergía en sus obras a llorar y celebrar las amada ausencia de su mal amada Maria Helena, mientras Cristina lo veía desde arriba y desde abajo con desdén y un incontrolable sentimiento apasionado, se veía obligada a dejar de verlo o, por lo menos, a disminuir los pensamientos íntimos que le procuraban sus ojos con color de agua de cilantro que pretendían ser tanto las ventanas del alma que se convertían en la puerta del corazón, la puerta al mismísimo espíritu, como si al cerrarlos forzosamente se aprisionara su libertad gozosa, su tan armoniosa calidez y, sobre todo, el amor a todo y a nada que lo hacía tan imperfecto, tan amable, tan apasionado ser.


Se dormía sobre su vientre mientras él pensaba en que ella, Cristina, era la cura para su relación enfermiza con Maria Helena, esa fue la noche en que ella regresó, nunca estuvo ahí presente, nunca nadie la vió, pero después de esa noche siempre estuvo en Juan Antonio y aún en Cristina, cuando él la retrataba morena, color canela, con el cabello corto, negro y rizado, siendo ella rubia con el cabello lacio, alta, no tenía nada de color canela, solo los ojos cuando miraba el sol; "es abstracción amor, eso más que otra cosa" le decía Juan Antonio con nerviosismo al ver los gestos confundidos en su rostro frente a su retrato. 


Maria Helena nunca se fue, Cristina se convirtió en la cura para el alma de ese amor, pobre, sin si quiera pertenecer a él...



Woody Allen, "Vicky, Cristina, Barcelona"

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